Poco tiempo después, las imágenes eran desoladoras: casas, autos, árboles y personas cubiertas de un polvo gris que quemaba, ríos de lava que bajaban desde el área de la montaña, hombres, mujeres y niños desesperados en busca de refugio.
Hasta ahora, las cifras oficiales indican que además de los 69 fallecidos confirmados (de los cuales sólo 17 pudieron ser identificados) hay 46 heridos, más de 1,7 millones de afectados, 3271 evacuados y 1877 albergados en los departamentos de Escuintla (sur) y Sacatepéquez (oeste), que junto al de Chimaltenango (oeste) son los más afectados.
«Vamos a seguir hasta que encontremos a la última víctima, aunque no sabemos cuántas víctimas hay, pero vamos a revisar el área las veces que sea necesario», advirtió el director de la Coordinadora para la Reducción de Desastres, Sergio Cabañas.
«Nos está costando mucho identificarlos porque algunos de los fallecidos perdieron sus facciones o las huellas digitales» por los flujos ardientes que salieron del volcán, dijeron desde el Instituto Nacional de Ciencia Forense. «Vamos a tener que recurrir a otros métodos antropológicos y si es posible tomar muestras de ADN para identificarlos».
Dado la falta de electricidad en la zona afectada, las labores de búsqueda se suspendieron por la noche para recomenzar a primera hora del día. Los trabajadores de emergencias buscan sobrevivientes entre escombros con palas y maquinaria pesada, una labor peligrosa en un terreno todavía tan caliente.
Asimismo, los rescatistas utilizan mazas para romper los tejados de casas llenas de escombros hasta el techo para comprobar si hay personas atrapadas dentro.
En El Rodeo, soldados cubiertos con máscaras azules para protegerse del polvo montan guardias detrás de una cinta amarilla que acordona la escena, mientras trabajadores con cascos naranjas retiran cuerpos en camillas. El paisaje cubierto de ceniza, rocas y otros restos aún humea en varios puntos.
Fuente: La Nación, Argentina.