El empresario Marcelo Odebrecht, declaró a las autoridades electorales que el exmandatario brasileño Luis Ignacio Lula da Silva, recaudó fondos para la campaña de su sucesora, Dilma Rousseff, quien «sabía» de los pagos irregulares realizados por la empresa a su candidatura electoral.
De acuerdo con la filtración divulgada, Odebrecht declaró que el expresidente Lula y el exministro Antonio Palocci recaudaron fondos para la campaña de Rousseff en 2010.
Según los documentos filtrados por el portal O Antagonista y confirmados por otros medios, Odebrecht también dijo que «acordó» el pago de 300 millones de reales (unos 100 millones de dólares) con Palocci, entre 2008 y 2014, aunque no precisó si el dinero era legal o ilegal.
Para la campaña de 2014, Rousseff habría planteado, a través de intermediarios como el exministro Guido Mantega, que las aportaciones que antes se destinaban al Partido de los Trabajadores se dedicaran ahora a «las necesidades de la campaña de ella».
El empresario también detalló que entregó para la campaña de 2014 la suma de 150 millones de reales (unos 48 millones de dólares) y que al menos una tercera parte del dinero fue una «contrapartida» a cambio de unas medidas aprobadas en 2009 que favorecían los negocios del grupo.
Odebrecht señaló que Rousseff también «sabía» que algunos de los pagos realizados por la compañía eran entregados directamente a Joao Santana, quien dirigió las campañas de la expresidenta.
Rechazo
Luego de esta divulgación, Rousseff rechazó este viernes cualquier vinculación con una supuesta financiación irregular y, en un comunicado, afirmó que «no tiene y nunca tuvo» relación con Odebrecht y que «jamás» pidió recursos para su campaña ni para financiar al Partido de los Trabajadores.
La expresidenta pidió que Odebrecht aporte pruebas y documentos sobre sus acusaciones. Lamentó la filtración «selectiva, torpe y sospechosa» de los testimonios.
Asimismo, instó a las autoridades judiciales, incluyendo a al Fiscal General, Rodrigo Janot, y al presidente do TSE, Gilmar Mendes, a asumir responsabilidades sobre las filtraciones de un proceso bajo secreto judicial.
«Dilma Rousseff no huye de la lucha» y «su vida pública es limpia y honrada», concluyó la expresidenta, destituida por el Congreso el pasado agosto por supuestas maniobras fiscales.